El portavoz del Grupo Socialista en la Diputación Provincial de Cáceres, Miguel
Ángel Morales, reflexiona acerca de los últimos datos del paro y
afirma: “El exilio da respiro al gobierno del PP”
Ni
que decir tiene que una bajada
real del desempleo es
siempre una buena noticia. No obstante, de allí a afirmar que es un
“sueño” trabajar en condiciones infrahumanas,
doce horas por 400 euros, pienso que, por cínica,
la lindeza de Rajoy no es menos sorprendente.
Una bajada real del desempleo sería, como decía antes, una evidente causa de satisfacción colectiva, si las condiciones respetaran los derechos laborales que se le supone a un país europeo del siglo XXI y no fuera producto de una reforma laboral que nos aboca a relaciones de trabajo esclavistas, carentes de humanidad y solvencia en el tiempo.
En
el franquismo existían los
del exilio de fuera y los del exilio interior.
Para los gobiernos de Rajoy y Monago tales categorías vienen como
anillo al dedo. Ochenta y cinco mil españoles dejaron de estar
afiliados a la Seguridad Social y otros tantos de miles de jóvenes se
han exiliado en
una búsqueda desesperada por un futuro que la política del PP les
niega. Los
seis millones de parados reales, según
el INE, que hay en nuestro país, esperan una oportunidad justa de
desarrollo individual para ellos y sus hijos, que ni Rajoy ni Monago
les saben dar.
No
hay forma de entender la astrología desesperada
de un gobierno que continúa empujándonos hacia una sociedad
irrespirable, cada vez más desigual, carente
de justicia, donde la impunidad brilla en las sensaciones diarias de
la ciudadanía y donde quieren imponer un modelo que reniegue del
desarrollo social como cohesión.
De
nada nos vale vivir en un país que cuando crezca, si crece según
este modelo, lo hará abriendo
la brecha entre ricos
y pobres,
entre escuela pública y privada, entre hospital público y privado.
Si las bases de cualquier progreso matemático no tienen su
correlación en la igualdad
de oportunidades para
sus ciudadanos, seremos simples súbditos agradecidos por el “día
de las limosnas” al que, el monarca de turno, nos relegará
como pobres
súbditos de una corona decadente.
En
el año que comienza, tenemos el reto de contribuir, con ideas,
proyectos y un marcado afán constructivo,
a que sea real el deseo de la gente de construir una sociedad basada
en la igualdad,
recuperando el valor del Estado como
garante de lo público, de la justicia social, de la equidad, del
desarrollo social, de las libertades individuales, en definitiva un
Estado donde la ciudadanía sea la razón, el fundamento y la
justificación del mismo.
La
labor es ardua y es en cada uno de nuestros pueblos y ciudades
donde nos
empezamos a jugar el futuro y ahí
estaremos, con la gente, cambiando el destino que nos quieren
imponer, para volver a reconstruir una sociedad basada en el
principio de igualdad y donde el desarrollo social sea el referente
que marque el camino.
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